Entrevista a Miguel Angel Quintanilla

La filosofía tiene nuevos retos, afirma Miguel Ángel Quintanilla

Por Serapio Cazana

 

¿Por qué decide publicar el diccionario sin cambios ni actualizaciones?

La idea fue de Javier Muguerza, quien es uno de los autores del diccionario, y a la vez una especie de líder de los jóvenes filósofos de la generación a la que pertenezco. El propósito es que a parte de un valor instrumental tenga también un valor testimonial, por ejemplo, de cómo era la joven filosofía española de hace 30 años.

Además, hacer una nueva edición significaría hacer un diccionario diferente, con filósofos diferentes, aunque fuésemos los mismos autores, ya pensamos de otra manera. En realidad, no se trata de hacer una obra referencial o enciclopédica, sino de dejarla como fue, una especie de manifiesto. En la obra expresamos cómo veíamos nosotros la filosofía de esa época. Siendo una cosa así de histórica había que dejarlo como está.

¿Y cómo era la filosofía de su generación?

En nuestra época había tres grandes corrientes: Por una parte estaba el positivismo lógico, que comprendía la filosofía analítica, la filosofía del lenguaje, etc. Por otro lado teníamos al marxismo y sus derivados. La otra corriente fue la filosofía de raíz continental, difícil de clasificar tal vez pero ahí estaba la fenomenología, la hermenéutica, que luego derivaron en la postmodernidad. Eugenio Trias llamaba a esta última la "filosofía negra".

¿Y por qué?

Porque no era ni roja ni blanca, como las otras (risas). De manera que los jóvenes filósofos tenían esas corrientes ante sí. Quienes buscaron en la filosofía un reflejo de la sociedad o un compromiso social, lo encontraron en la filosofía de raíz marxiana. Sin embargo, ello también estaba presente en el positivismo. Incluso yo y otros, como filósofos de la ciencia éramos analíticos y positivistas, pero por nuestras opciones morales y políticas éramos de inspiración marxiana. Esta convivencia entre diferentes corrientes fue algo muy curioso que ahora ya no es frecuente. Cada uno de nosotros estamos en nuestro propio "pesebre".

¿Y fue difícil hacer este tipo de diccionario de inspiración marxiana en el contexto político de esos años?

No. El diccionario se publica en 1976, era un tiempo de post dictadura, Franco acababa de morir. Si bien el diccionario se gestó durante el régimen franquista para publicarlo no tuvimos problemas.

Sin embargo, entre 1970 y 1975 hubo tiempos tremendos. Había un movimiento que se llamaba Congreso de filósofos jóvenes, y cada dos años hacíamos nuestros congresos. La institución más permanente de filosofía en España ha sido ésa. Nunca tuvo una estructura o una asociación propiamente de filósofos jóvenes pero siempre nos reuníamos.

Uno de los últimos congresos, antes de la publicación del diccionario, lo hicimos en Santiago de Compostela, y lo curioso fue que se realizó en el convento de los franciscanos, y además clandestinamente. El gobernador nos prohibió reunirnos. Era una cosa tremenda. Pero la prohibición hacía que diéramos mucho valor al congreso, quizá mucho más de lo que realmente tenía. Y así, en Santiago de Compostela tuvimos que llamar a Carlos París, un filósofo reconocido, para que nos defendiera. Al final, hicimos el congreso en bares y en el convento.

¿Cómo consiguieron el permiso del superior del convento?

Bastó decirle que éramos filósofos y nos abrió las puertas; claro, no le dijimos que estábamos prohibidos, de eso supongo que se enteró después.

Visto todo eso en perspectiva resulta cómico; pero en ese momento era trágico, era exponerse a que te lleven a la Dirección Nacional de Seguridad. También es cierto que la represión hacia nosotros no era muy violenta, como sí lo era con las organizaciones sociales más importantes, como los sindicatos obreros y partidos obreros. Los filósofos jóvenes éramos vistos más bien como revoltosos antes que como revolucionarios peligrosos. Aunque sí hubo algunos que tuvieron que ir a la cárcel.

Sobre los resultados de los esfuerzos de esa generación por cambiar el sistema hay pesimistas y optimistas, ¿qué evaluación hace usted?

Soy un optimista moderado. Es necesario haber vivido esas circunstancias para valorar si fue mejor que ahora. Evidentemente ahora estamos mejor. Desde el punto de vista económico, político y social ahora estamos en mejores condiciones. A los pesimistas se le acabaría el pesimismo si se les dice: "vete a vivir a Corea del Norte, a Irak o Arabia Saudí". Desde todo punto de vista es mejor estar en una sociedad libre que en una dictadura, cualquier forma que ésta adopte.

Por otra parte, no creo que nosotros hayamos sido responsables de las mejoras que ahora tenemos, o que las libertadas ganadas hayan sido la consecuencia de las luchas de mi generación de filósofos, de quienes reclamamos la libertad de expresión y la democracia. El cambio ha sido en parte por las luchas sociales y políticas y en parte por la propia evolución de las cosas. Franco se murió de muerte natural (risas) y lógicamente ello hizo que cambiara mucho de nuestro entorno. Los intelectuales en general han hecho una contribución muy pequeña, aportando tal vez instrumentos analíticos que nos permitieran mantener viva la llama de la propuesta y de la alternativa democrática.

Los filósofos también han hecho poco. Los cambios han devenido por la acción de la sociedad en su conjunto, que tiene una dinámica muy compleja. Las organizaciones, los partidos políticos, los periodistas, la fuerza de la cultura en general es lo que ha generado el cambio.

¿Cómo afectaron esos cambios a la filosofía?

En el campo propio de la filosofía clausuramos una época. Ya no nos hacía falta hacer filosofía para cambiar la realidad sino para entenderla y proponer alternativas, para mantener viva la llama de la crítica. Ahora podemos hacer filosofía tranquilos.

En mi vida ha habido dos etapas, antes de la democracia y a partir de su instauración. Porque antes, incluso cuando hacías lógica matemática tenías presente la dictadura. Recuerdo que Miguel Sánchez-Mazas, quien estuvo exiliado varios años, cuando escribió un libro de lógica, en las notas a pie de página continuamente estaba haciendo referencia a la dictadura. Ello fue muy sintomático de la época. Con la democracia todo eso cambió. La filosofía ya no es un instrumento de combate político.

Los filósofos jóvenes de aquel entonces, ¿cómo veían a América Latina?

La descubrimos ya siendo filósofos. Yo viajé a México en 1979, después de la publicación del diccionario. Y desde ese entonces ha habido una comunicación muy intensa. Hemos celebrado congresos hispano-mexicanos, iberoamericanos, en fin. Pero mi experiencia concreta ha estado muy vinculada a una empresa grande, como es la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, yo soy miembro del comité editor.

Para mí la dimensión iberoamericana ha sido fundamental. No sólo nos conocemos sino también discutimos y hasta nos peleamos (risas). Biográficamente América supuso poder ver mi propia experiencia desde fuera. La lucha contra la dictadura, la lucha por la democracia, por la modernidad, por la integración de España al pensamiento moderno, la pude ver allá, donde también se dieron batallas intelectuales.

De hecho, la primera vez que estuve allá pude ver un mundo distinto al que aparecía en los libros de texto que teníamos aquí; pero curiosamente, ese mundo seguía siendo nuestro. Los indios no estaban dibujados en papel sino que eran reales, y a la vez me hablaban en español, en mi idioma. Cuando conocí a los indios de Oaxaca en México el descubrimiento fue mutuo, pero no de mundos desconocidos, sino de aquello que había llegado a ser nuestro. De modo que comprendí que mi cultura es iberoamericana. Cuando ves la arquitectura religiosa de México o Perú, sientes que estás en España y ahora, además, hemos aprendido a sentirnos en Iberoaméria cuando ves la arquitetura en España.

 

¿Cómo llegó a la filosofía de la tecnología?

Mi interés por la filosofía de la tecnología tiene mucho que ver con mi adscripción marxiana. En Marx siempre ha habido un interés por la ciencia y particularmente por la tecnología como instrumento de transformación de la sociedad. Ello desde el punto de vista de la Revolución Industrial y las consecuencias sociales que eso genera. Esa idea te lleva directamente a la tecnología, que es una forma de usar el conocimiento para cambios materiales.

Y me encontré con autores hispanohablantes que tenían muy buenos libros sobre un tema que en la filosofía casi no se trataba, como es la tecnología. Por ejemplo, la obra de Ortega y Gasset, La meditación de la técnica me parece genial. También encontré otro libro escrito por Carlos París, Mundo técnico y existencia auténtica, el cual se escribió en los años 50, muy influido por el existencialismo. El libro tiene una segunda edición en los años 60 con algunas influencias de Marx y de Ortega. David García Bacca fue otro filósofo que también trabajó el tema.

A mí me influyeron mucho esos libros e hice la tesis de licenciatura con Carlos París sobre los Manuscritos económico-filosóficos de Marx. Su interés por la técnica, desde el punto de vista político y social me llevó a profundizar en el tema, porque había un campo nuevo, mucho estaba por hacer en aquel entonces.

Actualmente, ¿cuáles son los problemas para la filosofía?

Yo creo que muchos de los problemas actuales tienen que ver con cómo gestionemos el desarrollo tecnológico. El mundo en el que vamos a vivir depende de qué tecnología queremos tener. La diferencia fundamental entre nuestra época y las anteriores es que ahora sabemos y podemos, en teoría, decidir cómo queremos ser. Hasta ahora la tecnología ha evolucionado impulsada por necesidades o caprichos humanos, y también por su propia lógica interna. Ahora, en cambio, sabemos cómo funciona casi todo y podemos elegir el tipo de mecanismos que nos conduzcan a la sociedad que queremos.

La tarea del filósofo es crear consciencia de que eso es posible. Ahora el usuario consume la tecnología que se le da, pero no puede participar en su diseño. Uno de los retos del futuro es construir una sociedad en que la gente sea consciente de que el mundo en que vive depende de la tecnología, y que ésta depende de una voluntad, de que queramos tenerla de tal o cual forma. Podemos optar por tecnologías abiertas, libres, participativas o tecnologías cerradas, mercantilizadas.

Esto no es nuevo, ya se hablaba de ello en los años 60. Radovan Richta, autor de La civilización en la encrucijada, creó un movimiento lo integraban intelectuales y científicos de Checoslovaquia antes de la invasión soviética. Ahí se plantea lo que va a ser el socialismo en una sociedad científico técnica. Todo lo que hoy se habla sobre la sociedad de la información se planteaba hace más de 40 años. Ello fracasó debido a la represión por parte del estado soviético, pero hoy las ideas vuelven a surgir, aunque éstas no se les adscriba a aquellos intelectuales.

Ahora, el gran desafío es cómo generar un sistema democrático donde la población pueda participar en el diseño de las tecnologías; falta encontrar una solución, no sólo por parte de la filosofía de la tecnología sino por la filosofía política.

Con respecto a la ley SOPA en Estados Unidos, unos lo ven como la recuperación del poder por parte del estado al controlar la información, y otros lo consideran como el paréntesis de un fenómeno imparable, que es el flujo libre de la información. ¿Qué lectura tiene sobre ello?

No soy optimista con lo que está pasando. La batalla en estos momentos es, si podemos controlar la tecnología a través de la participación política o través del mercado. Entonces hay dos opciones: dejemos que el mercado se desarrolle libremente y ya veremos quién gana; y la otra es, controlemos el mercado y ya veremos quién gana. Lo peor que está pasando es que las fuerzas que controlan el mercado están intentando controlar el poder político para luego controlar todo el proceso.

Actualmente, las leyes en las que se atribuye al estado el control de Internet, son en realidad obra del mercado que presiona al estado a través de sus lobbies, y este es el gran riesgo. Frente a ello queda dos alternativas, la primera es profundizar y radicalizar la democracia, y la segunda es la participación del público en el desarrollo tecnológico. El modelo no es el sistema operativo de Microsoft sino Wikipedia. Y ello es compatible con el mercado, con la economía libre. Lo que se tiene que hacer es garantizar esa participación. Es una utopía como la de Tomás Moro o Francis Bacon, pero yo creo que mediante la misma tecnología ello es posible.

¿Cómo ve el futuro cultural y geopolítico de la galaxia hispánica, considerando a Latinoamérica, a más de 40 millones de hispanohablantes en Estados Unidos y al interés que ha puesto Brasil en el idioma español?

Sobre ello hay mucha literatura, yo no sé qué futuro va a tener desde el punto de vista de la competencia internacional. Lo que me gustaría es que aprovechando la pujanza lingüística y cultural, construyéramos también una identidad diferente.

En 1492 hubo dos acontecimientos que marcaron nuestra historia; uno fue el descubrimiento de América o el encuentro entre dos mundos, y el otro también fue trascendental pero ha pasado desapercibido, que es la expulsión de los judíos españoles de España. Ello marcó al hispanismo y por consiguiente al iberoamericanismo. La iglesia católica obligaba a la conversión o a ser hipócrita, a disimular. La mayor parte de los judíos no se fue de España, sino que aprendieron a aparentar que no eran judíos.

Desde esa fecha, somos todavía dependientes del sometimiento a un poder vinculado a ideologías completamente ajenas a la modernidad. Ese es un hándicap que tenemos que superar, ya que estamos muy retrasados con relación a los demás países modernos.

En el curso 2023-2024 la sede del máster es la Universidad de Granada

El máster da acceso al doctorado interuniversitario en Lógica y Filosofía de la Ciencia

Aquí puedes conocer a nuestros alumnos

Enciclopedias, revistas, sociedades, bibliotecas virtuales

Encuentra aquí los últimos libros publicados por nuestros profesores

Trabajos fin de máster realizados por nuestros alumnos

Conoce a los coordinadores de cada Universidad

Conoce a nuestros profesores

Toda la información en un solo texto

Ciclo de conferencias anual

Nuestro decálogo de honestidad intelectual

Nuestro sistema de garantía de calidad