En este trabajo propongo una forma de aproximarse a la epistemología social desde un modelo de ontología social defendido por J. David Velleman (2013). Según este modelo, las acciones racionales se constituyen a través de prácticas compartidas en las que el agente persigue hacerse inteligible ante los demás y ante sí mismo, para lo cual su conducta ha de ajustarse a repertorios de comportamiento factible (doable). Dado que esos repertorios son el resultado de prácticas compartidas, no es posible identificar al individuo como el autor de dichos repertorios, sino más bien como el actor que los representa en procesos intersubjetivos (Velleman, 2009). Desde este punto de partida exploro la posibilidad de que dichos procesos se constituyan como la condición de posibilidad de configurar entidades grupales a las que se les pueden atribuir acciones que, en virtud del modo en que se relacionan con la producción de conocimiento, puedan ser consideradas epistémicas. Esta idea de agencia grupal que defiendo, sin embargo, se enfrenta a lo que expondré como el argumento semántico, al que aluden Robert D. Rupert (2014) y Jeffrey B. White (2008). Mi exposición se centrará pues en desmontar el argumento semántico para defender que es posible, y necesario, afiliarse en una epistemología social, como modelo de producción y justificación de conocimiento desarrollado desde procesos intersubjetivos, basada en una ontología social.