En el ámbito de la ontología de la música, los procesos concretos de la actividad musical común han estado tradicionalmente oscurecidos por la centralidad teórica del concepto de obra. Esto ha empezado a cambiar en los últimos años, lo que ha generado una creciente atención a fenómenos tan relevantes como la interpretación o la improvisación. En este sentido, nuestro trabajo tiene la voluntad de inscribirse en una manera descriptivista de hacer ontología, una manera que privilegia el análisis de nuestras prácticas musicales comunes aunque, en ocasiones, puedan estar en conflicto con ciertas categorías ontológicas establecidas. En concreto, este ensayo pretende, en primer lugar, establecer un razonable estatuto ontológico para la improvisación musical y, en segundo lugar, postular una noción esencialmente improvisativa de la obra musical. Desde esta perspectiva, procederemos a analizar las tres entidades centrales de nuestra investigación: la improvisación, la obra y la interpretación. Este análisis nos permitirá señalar lo que consideramos ciertas insuficiencias en la caracterización de cada una de estas tres entidades por parte de algunos de los planteamientos ontológicos vigentes, en especial las derivadas de concebir toda experiencia musical desde los presupuestos teóricos de la llamada tradición clásica occidental. Esperando haber esclarecido los conceptos principales de la discusión, emprenderemos, a continuación, una caracterización de la obra y la interpretación musicales como improvisaciones. Para ello, trataremos de ver, en primer lugar, cómo se articulan dos de las propiedades más relevantes y conflictivas que comúnmente atribuimos a los eventos y objetos musicales: la repetibilidad y la creabilidad. Y, en segundo lugar, intentaremos hacer plausible una concepción ontológica de la obra como improvisación, persuadidos de que la obra no es concebible desligada de la interpretación y de que toda interpretación es, en rigor, una improvisación. Defendemos, en fin, que obra e improvisación comparten un mismo fundamento ontológico y, en consecuencia, argumentamos en favor de una noción de obra musical como una entidad irrepetible, irreparable, compleja e indesligable de la interpretación musical.