La realidad actual exacerbada por la híper-conectividad y el desarrollo de tecnología en forma exponencial pareciera empujarnos a relacionarnos con entes artificiales de nuestra propia creación y dotados de cierto nivel de inteligencia; fenómeno que conduce a revisar cuestiones de la interacción humano-artefacto, y a trabajar sobre el análisis de conceptos éticos relativos a la condición humana bajo un nuevo paradigma de integración y evolución.
Ante la evidencia empírica y científica de los avances en campos como la Inteligencia Artificial (IA) y Vida Artificial (VA), disciplinas que toman provecho de los progresos de simulación posibilitando el desarrollo de sistemas artificiales que imprimen nuevas perspectivas, por cierto híbridas, acerca de antiguos conceptos como lo natural y artificial, mente y cuerpo, mundo exterior y el yo; que merecen ser exploradas.