El problema de la identidad personal es tal vez uno de los más difíciles de plantear tanto desde la filosofía como desde la ciencia. Desde la filosofía analítica no existe consenso en relación a qué se debe de entender exactamente por identidad personal.
Según la interpretación de Everett de la mecánica cuántica, con cada acto de observación se produce una ramificación de la realidad en incontables “universos paralelos”, todos reales, y que no se comunican entre si. Cada acto de observación da lugar a nuevos subsistemas, cada uno de los cuales es susceptible de ser llamado “observador”.
Según esta ontología, parece conveniente revisar el significado de “identidad personal”, analizando propuestas en las que Everett y teorías de la identidad contemporáneas encuentren puntos de convergencia.
Parfit, desde el reduccionismo, defiende que la identidad personal no se trasmite con la ramificación de la consciencia. Lewis, desde el realismo modal, plantea escenarios de divergencia de personalidad, en los que existe un solapamiento de dos identidades personales pre-existentes, pero nunca una fisión de identidades. Saunders y Wallace incorporan las ideas everettianas desde el realismo modal de Lewis, aunque con modificaciones significativas, mientras que Tappenden aborda el problema desde el reduccionismo everettiano.
Dentro de las diversas interpretaciones de Everett, encontramos la interpretación de “muchas mentes”, propugnada por Dieter Zeh. Si Everett le atribuye al observador características de autómata, Zeh va un paso más allá, dando un papel relevante al estado epistémico consciente del observador. Analizaremos las aportaciones que realiza al problema de la identidad a través del tratamiento del estado epistémico del observador (diferente del de Everett), que otorga a la figura del “observador consciente” una mayor relevancia que el resto de interpretaciones.
Se propone redefinir el concepto “identidad personal” como “identidad ramificada” de un observador consciente.