Las epistemologías de la ciencia tradicionales ofrecen una noción de objetividad basada en dos principios: neutralidad e imparcialidad. Sin embargo, esta visión se empieza a poner en duda a partir de los años 60 gracias a los trabajos de Thomas S. Kuhn. Las epistemologías feministas en las que se centra el presente trabajo son herederas en gran medida de este autor. Otra de sus grandes influencias son los estudios feministas sobre el papel y la historia de las mujeres en la ciencia. Estos trabajos son los primeros en denunciar la existencia de una serie de sesgos sexistas y androcéntricos en la ciencia que ponen seriamente en tela de juicio la, hasta el momento, tan estimada noción de objetividad clásica. Así, las epistemologías feministas revisan esta idea, centrándose en el papel que los valores e intereses de tipo político, cultural, moral, etc. (a los que Helen Longino denomina valores contextuales) tienen dentro del ejercicio de la ciencia, y la relación de estos con los denominados valores constitutivos de la ciencia, que hasta entonces se consideraba que eran los únicos que guiaban la investigación.

            Este trabajo se centra principalmente en la revisión del concepto de objetividad que desarrollan el empirismo contextual y la teoría del punto de vista feminista. Las primeras conciben esta noción en términos de intersubjetividad mientras que las segundas la entienden como objetividad fuerte. Estas formas particulares de definir este concepto son consecuencia de la manera en que cada una de estas posturas entiende la ciencia. Además, apoyándonos en un reciente artículo de Kristen Intemann enfrentamos estas dos visiones, realizando así un análisis que nos permitirá aventurar cuál de las dos aporta una noción más adecuada de objetividad, siendo la tesis principal que defenderemos en este punto que la noción de objetividad en tanto que intersubjetividad de Helen Longino resulta más adecuada que la noción de objetividad fuerte, defendida por Sandra Harding.